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Souvenir: regalo vacío y sin envoltorio

Toda manifestación cinematográfica es un canal ideológico que por su extensivo alcance puede resultar peligroso, la concepción autoral de algún tema de interés transversal está expuesta a presentarse como un dogma difícilmente refutable por la unidimensional que representa el séptimo arte. En ese sentido, Souvenir, una cinta cuya línea discursiva es la maternidad subrogada, no peca de dogmática, pero tampoco de interesante, coherente o informativa.


Como la primera producción de larga duración de Armond Cohen, la película es un ejercicio atropellado que salta de una arista narrativa a otra, intenta amarrar más de tres líneas argumentales que resultan confusas y, sobre todo, tibias: Isabel es una joven que renta su vientre a una pareja sin hijos con el propósito de tener la solvencia económica suficiente que le permita traer a su hijo de Estados Unidos y ganarle la custodia a su expareja. Enmarcando esta situación, de por sí complicada y delicada, al relato se añade la historia de Bruno, exprofesor de Isabel que se reintegra a su vida después de un encuentro coincidental en una clínica.


El conflicto a nivel de guion es que Souvenir se anuncia como una película que aborda el tema de la gestación sustituta a través de la óptica de una mujer que decide ser parte de ese proceso rentando su vientre y, debido a esta concepción, es que resulta profundamente confuso que el personaje principal, el que hila las historias de la película,  sea retratado de una manera tan plana y sobre todo débil. Isabel no es más una herramienta al servicio de quienes la rodean, una mujer que constantemente se ve consumida por las situaciones en las que está inmersa y esa concepción es una debilidad en la capacidad autoral de representar con respeto una circunstancia arriesgada e íntima.


No es ninguna novedad que en un melodrama abunden personajes unidimensionales y situaciones impulsadas por la pasión y lo visceral, elementos que lo definen como género dramático, esquema que por supuesto está presente en Souvenir, pero que no consigue construir una historia interesante ni articulada, su mayor complicación radica en los personajes, pues estos son encarnados por actores cuya interpretación se ve comprometida por la dirección actoral de Cohen.


Déficit particularmente identificable en el personaje de Bruno, el antiguo profesor de Isabel que navega entre la patanería y lo irrisorio a causa de su construcción psicológica como cliché de novelista bohemio y fracasado que ha conseguido publicar una única obra en toda su carrera, esbozo esencialmente lamentable, pues su narrativa es la que envuelve la anécdota general de la cinta debut de Cohen: tras el reencuentro con Isabel y al verse involucrado íntimamente con ella, surge en él la inspiración que tanta falta le hacía para concebir su siguiente novela, una que recogerá su experiencia como testigo de las relaciones que nacen a raíz de la renta de un vientre.


Esta detallada mención al nivel narrativo del filme es menester en su análisis crítico debido a su sencillez cinematográfica, que se reduce principalmente al aspecto anecdótico, lo cual propicia que Souvenir sea fallida en tantos sentidos, pues su falta de mayores pretensiones estilísticas formales evidencia las lagunas a nivel de guion que a medida que se desarrolla la cinta hace que el giro de tuerca del relato llegue al espectador como algo más cómico que melodramático, cuyo ejemplo más evidente es la elección del título: ¿cuánta seriedad puede caracterizar a una obra que considera el fruto de un embarazo como un simple souvenir?

Astrid García Oseguera

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