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Tribu de intimidades: Nosotras. Ellas

Tribu de intimidades: Nosotras. Ellas

Julio César Durán

El paso del tiempo a partir de un grupo de sensibles guerreras es lo que la joven directora argentina, Julia Pesce, realiza en su ópera prima Nosotras. Ellas (2015) documental que muestra el paso de un año a través de las vísceras de un sociedad femenina retratada de una manera excepcionalmente íntima con una imagen granulada que nos recuerda a una forma cinematográfica ya en desuso.
A partir de un formato digital austero, con una relación de aspecto cuadrada que imprime límites a todo lo que queda fuera del plano, Pesce (otrora directora de arte) nos lleva a la intimidad de su propia familia, colocándonos entre objetos y personas, muy adentro, como testigos que ven, escuchan y callan, salvo que el punto de vista es absolutamente consanguíneo. Con una puesta en escena que se antoja espontánea, logra atrapar a las nueve mujeres que retrata, las apropia aún más allá de pertenecer al mismo grupo; en un espacio tan pequeño como las habitaciones del hogar que observamos, el genio y sensibilidad de la imagen crean un espacio que quizá no existiría sin la cámara.
Nosotras. Ellas es una película llena de close ups y plano detalles,  recursos que describen al clan de amazonas que son similares no sólo por compartir apellidos sino porque parece haber una conexión de emociones, achaques, ideas y maneras que las convierten en un solo ser repartido en diferentes cuerpos. Esta misma idea es reflejada deliberadamente por el retrato de la antigua casa familiar que ha visto pasar quizá 3 ó 4 generaciones de mujeres; este otro cuerpo está lleno de memorias y recuerdos, de espacios dispuestos para acogerlas a todas tanto como para permitirles despojarse del pudor en situaciones tan comunes como el darse un baño frente a la cámara.
Este documental consigue algo importante a pesar de lo pequeña que es su producción, y es que sin juicios va simplemente a mostrar la radiografía de estas mujeres a través de las cuales se cumplen ciclos gigantescos como el de la vida y la muerte. La tribu de intimidades se ve a sí misma, intenta entenderse por un miembro de la misma y en algún punto de la historia arriesga la forma misma del cine al desdoblarse/replicarse al verse a sí misma en una reproducción en la pantalla de televisión.
La película de Pesce expone una feminidad específica, donde no hay hombres y las mujeres se desenvuelven entre detalles, en una casa, el espacio-cuerpo que es también protagonista, que ha envejecido pero que sigue recibiendo momentos o anécdotas y que incluso sigue dando a luz.
En tiempos en que las megas producciones abundan en las salas de cine vale la pena voltear a ver un cine honesto, apasionado, que con todo y sus “limitados” medios, consigue erizarnos la piel y convertirnos en un miembro más de una familia. Se trata de una realidad dirigida y filtrada por la cámara, pero tan humana que casi la podemos tocar.

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