Logo
Print this page
La vida artificial de los espíritus

La vida artificial de los espíritus


Por Samuel Lagunas
Tras el cristal, Agustí Villaronga, España, 1986

A veces el espíritu muere antes que el cuerpo: ocurre en las guerras, en los genocidios, en las violaciones. En Tras el cristal el cuerpo del médico alemán Klaus (Günter Meisner) permanece gracias a un artefacto que lo blinda y encierra permitiéndole respirar. Padre de Rena (Gisela Echavarría) y esposo de Griselda (Marisa Paredes), Klaus pasa sus días reducido a espectador de sus cuidadores y a veces, gracias a un espejo, logra orientar sus ojos hacia lo que está detrás de él. Pero también el inesperado enfermero de aspecto vampírico Angelo (David Sust) subsiste a pesar de tener un espíritu inerte y un cuerpo convertido en eco de sus atroces experiencias infantiles.


            Como si de la historia mínima de la Alemania del siglo XX se tratara, la estética expresionista que define los espacios en el primer acto es remplazada luego por un enrejado uniforme que aísla la casa de toda forma de vida. Es ese nuevo escenario el terreno del macabro juego dominado por Angelo quien, decidido a sorber la vida de Klaus, replicará frente a la contemplación ambigua de su auditorio las acciones que lee en un viejo diario. Cómo miramos y participamos en ese juego es la pregunta más urgente que el filme sigue planteando.
            En su disección del mal, Villaronga nos da no sólo una de las metáforas más amargas del abuso sexual: una inyección de gasolina en el pecho, sino que exhuma (con vocación oracular) los cuerpos de una humanidad cuyo espíritu fue aniquilado en Auschwitz y cuya respiración estertórea, frágil y maquinal llena de ruido esta casa común que llamamos historia.

     12 de marzo de 2018

Todos los derechos reservados ® PFICG | Patronato del Festival Internacional de Cine en Guadalajara | Marca registrada.