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Darle nuevo aliento a un clásico

Darle nuevo aliento a un clásico


Hace ya casi cincuenta años que el filme Memorias del subdesarrollo de Tomás Gutiérrez Alea basado en la novela homónima de Edmundo Desnoes, fuera visto por primera vez en pantalla. Desde su aparición hasta el dia de hoy, se trata de una película que ha llamado la atención, tanto por sus grandes méritos estéticos, como por sus comentarios e implicaciones éticas y políticas. Su aceptación y admiración llegó a tal grado, que se convirtió en el primer filme cubano estrenado en los Estados Unidos después de la revolución.


            La película ha vuelto a la pantalla grande, debido a que en 2016 fue restaurada una copia digital bajo la iniciativa de The Film Foundation’s World Cinema Project liderada por Martin Scorsese. La restauración no sólo mejora la calidad visual y sonora de la película, sino que permite al filme tener una nueva entrada en las salas de proyección; darle nuevo aliento a un clásico.


            La calidad de Memorias continúa vigente: sigue sorprendiendo todo el conjunto de artilugios técnicos y narrativos con las que el texto fílmico fue construido. La historia, bien conocida ya, narra las aventuras del burgués Sergio Corrieri, quien decide quedarse en Cuba tras la revolución, a diferencia de sus amigos y familia que huyen hacia Miami. Un personaje complejo y casi existencialista, pero también ridículo y a veces patético, que a través del monólogo interno, representado aquí en una voz en off, nos habla de sus impresiones de la nueva Cuba: hombres y mujeres alienados, la presencia del “subdesarrollo”, no sólo como impedimento político, sino como impulsor del mal gusto, el lugar de la burguesía y el intelectual después de Playa Girón. Gutiérrez se vale de una gran diversidad de recursos: planos subjetivos, cámara en mano, foto fija, imagen de archivo; se inscribe en la tradición de las vanguardias cinematográficas más modernas de su época.


            Sin embargo, una pregunta es posible, aunque el filme mantenga su calidad ¿ha cambiado la mirada del espectador en algo? Hace ya casi sesenta años que la revolución cubana triunfó y, como casi toda revolución, fracasó. El espectador mira esa nueva Cuba con un tufo de pesimismo y antipatía. Sabemos el final de la película, narrado treinta años después por el mismo director en Fresa y chocolate.

Carlos Armenta
Tw: @armenta_car
Marzo, 2017

           

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