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El volcán que explota

El volcán que explota

Por Talía Montt

Existe un pueblo a las faldas de un volcán en Guatemala, en el que la vida transcurre entre matorrales, matas de café y algunas zonas secas en las que las serpientes advierten a sus habitantes de andarse con cuidado. Maria, una joven adolescente que apenas está descubriendo su sexualidad, planea escaparse para librarse del matrimonio que su familia arregló para ella, pues prefiere conocer el sexo con otro joven que, a final de cuentas la termina embarazando.

Esto es lo que plantea el guatemalteco Jayro Bustamente, en su ópera prima "Ixcanul" (Volcán), quien cuenta la historia de María, quien apoyada por su madre intenta interrumpir su embarazo con remedios caseros y otras creencias de la comunidad, como por ejemplo saltar repetidas veces con los talones juntos.

Todo esto en un ambiente místico que registra la cotidianidad del pueblo, retratado de una manera intimista; con pocos planos y movimientos de cámara que proponen un estilo de realismo mágico. Pero todo se transforma abruptamente cuando, en una ceremonia, una serpiente muerde a María, por lo que sus padres la llevan desesperadamente al hospital de la ciudad más cercana, en el que sólo hablan español y no entienden el idioma de ellos "kaqchiquel", en una secuencia en la que la cámara corre tras la madre que lleva a su hija en brazos. 

Ahí el ritmo de la película se intensifica, pues aunado a ello, lo padres son engañados haciéndolos creer que está muerto y entregándoles un ataúd con un ladrillo adentro.

Es entonces cuando, metafóricamente el volcán se desborda, pues María, quien había dicho sentirse como un volcán cuando tenía a su bebé dentro, -por las creencias del lugar, que cuando una mujer está  embarazada tiene el don de curar y sanar-, ahora cree que el haberlo perdido fue su castigo por intentar abortarlo. 

Así, con ese descontento y frustración desentierra el ataúd para descubrir que la engañaron, y nuevamente por el hecho de no hablar español no pueden defenderse, pues ni siquiera se entera que lo vendieron. 

Al final, la película que fue "in crescendo" en el dinamismo de la imagen y el arte, cierra con el mismo plano con el que abrió, que es la madre de María arreglando, en un primer plano, a su hija para el casamiento que habían arreglado desde un principio, pues María puede volver a tener hijos. Así la historia muestra, de cierta manera, un choque entre la aparente magia del pueblo, por todas las ceremonias y rituales que hacían con remedios, plantas e inciensos, con un ambiente abrumador de ciudad en el que no son respetados, siendo ésta la triste realidad de muchos indígenas de Guatemala. 

 

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