Talents Guadalajara

Cuando las apariencias engañan. A propósito de HOJE EU QUERO VOLTAR SOZINHO.

Celia Rodríguez Tejuca
Plano cenital. Dos cuerpos reposan en el borde la alberca, cuerpos en cruz que nos dan su espalda. El dulce descanso de las vacaciones, el reposo y su tiempo dilatado. El agua quieta. El silencio. Todo con su equilibrio aparente, con su soberbia armonía de aspecto inamovible. Él es ciego, ella su mejor amiga. El fin de las vacaciones es inminente, y solo les preocupa la ruptura de ese estado de calma.
Así inicia HOJE EU QUERO VOLTAR SOZINHO(2014),película presentada en el 29 Festival Internacional de Cine en Guadalajara FICG29 por el director brasileño Daniel Ribeiro. Al parecer se nos ha abierto una puerta promisoria al universo adolescente; lamentablemente, se trata solo de una ventana, una breve ranura por la que solo captamos meros esbozos. El director nos coloca ante Leonardo, un adolescente en proceso de construcción de su personalidad, que lucha por autodefinirse en un mundo diseñado para personas sin discapacidad física, un espacio en el que solo son bienvenidas las personas “normales”. Se enfrasca así en una lucha doble cotidianamente.
Leonardo sueña con una realidad lejos, donde la tensión social de la comunidad escolar desaparezca, donde sus padres pierdan el control estricto sobre todas sus actividades diarias. Se ve de este modo compulsado a localizar un asidero que le permita su realización como individuo, lo que en el relato se canaliza en su voluntad de realizar estudios en el extranjero. En este sentido, una de las escenas más iluminadoras y que pauta la evolución narrativa del film es aquella en la que Leonardo conversa con su padre y este le sugiere que resuelva primero sus problemas en el ámbito interno; pues solo allí podrá encontrar una solución útil para sus dificultades como individuo.
De este modo, emprende un camino de redefiniciones internas, que desembocarán en el descubrimiento de su identidad sexual, una identidad que por demás es homosexual. Esta solución pudiera parecer a algunos un tanto repentina y poco justificada. Queda claro que como sujeto que pretende cierta independencia, abre sus expectativas a nuevas experiencias que neutralicen su incapacidad. Es Gabriel, el nuevo chico del aula, quien viene a portar estas posibilidades de cruce de fronteras, en una medida que nunca había alcanzado Giovana, la amiga de infancia de Leonardo. En cierta medida, Gabriel viene a completar sus carencias, sin someterlas al juicio de la insuficiencia. Es él quien lo lleva a experimentar sensaciones visuales comprendidas por medio de la palabra. Lamentablemente, se cae en zonas clichés, que más allá de edulcorar la película, aportan poco al desarrollo de sus personajes. A esto se suma, y este es quizás el punto en el que la película se descompone narrativamente, que las transiciones de carácter son muy ligeras, muy poco fluidas; lo que provoca un extrañamiento en la recepción del relato representado. Se nos hace dudoso el arco de evolución de los personajes, lo que nos impulsa a preguntarnos sobre: ¿cómo habrán llegado a ese lugar de comunión de intereses y pasiones?, ¿qué los movió? y, en cualquier caso, ¿por qué acogerse a la noción romántica de alcanzar la salvación por medio del amor?
Otro de los elementos que no se debe desatender es el modo de representación del universo de este ciego. Esto lleva a un análisis obligatorio del diseño de banda sonora; pues la comunicación de Leonardo con el mundo se desarrolla meramente a través de su mayor o menor capacidad para percibir sonidos y cargarlos emocionalmente. Cada personaje se ubicará con una melodía en su mapa sonoro. Sentimentalmente, sus amigos, sus padres, su abuela, todos son sonidos que integran un mundo compuesto de vibraciones melódicas y rítmicas. Resulta entonces incoherente el uso desmedido que se hace de la música, en muchas ocasiones sin una función definida. Se desconecta con frecuencia del relato, no acompaña dramáticamente las imágenes; sino que se coloca como relleno, como un fondo agradable; pero poco sustancioso. Estas debilidades en cuanto a la estructuración sonora del filme en determinada medida provocan una falta de sutileza que rompe con la unidad de sentido del ámbito representado.
La película, además de presentarse en la sección oficial de Largometrajes Iberoamericanos de Ficción, también se suma a la nómina de títulos que optan por el Premio Maguey, competición temática centrada en el cine queer. Pero, ¿acaso nos encontramos ante un filme que muestra con orgullo esta pesquisa sensitiva en la sexualidad gay sin pretender decir que lo presentado es correcto? En verdad se representa una ética de la sexualidad que se defiende abiertamente. Dicho juego entrampa inevitablemente al director; pues pierde sinceridad en el proceso de creación de este universo íntimo, y debilita igualmente la humanidad de su mirada. Leonardo termina de enfrentar sus fobias sociales en tan solo un gesto. Un ligero movimiento de su mano en el encuentro con la de Gabriel reafirma su identidad recién encontrada. Este gesto, que a muchos conmueve y que espectaculariza desde recursos mínimos el final de la película, viene a confirmar lo anteriormente expuesto. Al otorgarle un peso dramático importante a esta escena dentro del relato, se ha propuesto una suerte de tesis o  verdad conclusiva, que rompe con la premisa de naturalizar la mirada hacia este contexto. La historia se baña de didactismo, de una extraña apertura hacia la homosexualidad vista como posibilidad, que, no obstante, se sigue entendiendo como una elección muy particular.
Al concluir la película, quedamos con muchas zonas vacías, huecos que no obstante no somos impulsados a completar; pues mucho nos ha costado entender las historias de estos personajes como verosímiles, como sujetos que pudieran coexistir en nuestros espacios cotidianos. Con este relato aprendemos que, en materia narrativa y discursiva, aproximarse al “otro” social implica la obligación de entenderlo como un “nosotros” inclusivo; de lo contrario, podemos engañarnos y, peor, contagiar de dicho engaño al público, que por ratos olvida aquel viejo refrán que dice “las apariencias engañan”.


Rodriguez Celia

Celia Rodríguez Tejuca          
Crítico Cinematográfico         
Cuba
En la actualidad, estudia Historia del Arte en la Universidad de La Habana. Ha cursado talleres y conferencias organizados por el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), el Instituto Superior del Arte (ISA) y la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños (EICTV) sobre guión, producción, edición y antropología visual. Es miembro del grupo editorial de la Revista Estudiantil Universitaria Upsalón, en la que dirige la sección sobre cine, Travelling. Colabora habitualmente con artículos de opinión sobre cine y artes visuales en revistas como: Cinecubano, La Gaceta de Cuba, Noticias de Arte Cubano y Upsalón, y en portales digitales como: Cubacine y el Portal Centroamericano de Cine, Video y Animación. Actualmente, se encuentra realizando su tesis de licenciatura en el tema: EL IMAGINARIO DEL HÉROE DE LA REVOLUCIÓN en el documental cubano producido por el ICAIC entre 1959 y 1971, cuyos resultados parciales fueron seleccionados para ser presentados en el XXXII Congreso Internacional de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA), que tendrá lugar del 21 al 24 de mayo de 2014, en Chicago, Estados Unidos.

   

 

 

Evento-realizado-por 04Evento-realizado-por 04Evento-realizado-por 06Evento-realizado-por 06Evento-realizado-por 04

Oficinas del Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
Nebulosa 2916, Jardines del Bosque C.P. 44520.
Guadalajara, Jal., México. Teléfono: +52 (33) 3121-7461
talents.gdl@ficg.mx

Todos los derechos reservados ® PFICG | Patronato del Festival Internacional de Cine en Guadalajara | Marca registrada.