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“Transeúnte” Una película sobre las huellas de un hombre anónimo

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Por Mabel Machado

 

Es Río de Janeiro, “una ciudad que tiene más gente que moscas” como escribiera Rubem Fonseca. El trasiego casi coreográfico de los peatones por las avenidas simula las corrientes violentas de varios ríos superpuestos, mientras Expedito se toma la licencia de desandar las calles a la deriva. Pareciera que su propio nombre le hubiera otorgado el privilegio de caminar como si nada importara. Por su singular presencia en el mundo (o quizá por su particular existencia fuera de él) lo ha elegido el cineasta Eryk Rocha para el protagónico de su primera película, Transeúnte.Read More

El personaje de unos cincuenta o sesenta años de edad que ha logrado esta sarta de premios vive solo en un apartamento estrecho, y en las dos horas aproximadas en que se resumen varios días de su vida, no habla más que con el cajero que le paga la pensión, con el taxista (Djavan) y con la sobrina que le entrega el único regalo de su cumpleaños.

Desde la primera secuencia de la película el protagonista comienza una conversación tácita e íntima con el pasado, al parecer, la mejor manera que ha encontrado para habitar un presente a donde no trajo hijos o nietos. Visita la tumba de su madre en el cementerio y luego sigue caminando con su suerte aciaga de bolero nocturno. El blanco y el negro elegidos para fotografiar Transeúnte permiten a los realizadores caminar entre los dos tiempos psicológicos y los contrastes en que transcurre la existencia de Expedito, y deja que se mezclen libremente escenas de ficción y momentos documentales en el filme.

El radio de pilas que acompaña al personaje principal en sus recorridos diarios por la ciudad y dentro de su propia casa, refuerza la anacronía del sujeto y se comporta como hilo conductor fundamental en la historia. Además de la función narrativa de este elemento –que se comparte con la banda sonora, como veremos más adelante-, Rocha ha decidido que la radio conecte a Expedito con la vida de los otros y que comience a vivir la suya propia a través de la del resto.

Aislado, viejo, sin libros escritos, bienes ni descendencia, Expedito es una entre los millones de partículas atómicas que conforman el polvo efímero de la humanidad. Pasará por el mundo sin pasar por la historia, porque tampoco molesta a nadie. Se conforma con observar distante el abrazo o la riña de una pareja; la falda y el pelo de una mujer; la torta de otra persona en su aniversario; el gol de Adriano y la garra del Flamengo en el Maracaná… Incluso puede vivir sin que le estorbe el ruido de las grúas que preparan los cimientos de tres edificios frente a su ventana.

La música hace consciente a Expedito de su soledad y de su letargo, pone en su boca cerrada la canción melancólica del transeúnte sin compañía. Sin embargo, es la propia música la que saca a la película de sus primerísimos primeros planos y sus cuadros desenfocados (predominantes al inicio) y con ello, salva también al protagonista del sopor cotidiano que marca el ritmo de sus días, una función encargada también al predicador que Expedito encuentra a la salida del osario donde ha enterrado nuevamente los restos de su madre después de la exhumación.

Tal vez en este momento, haciendo uso del símbolo religioso –Transeúnte es una cinta pletórica de símbolos- comienza la redención definitiva de Expedito consigo mismo. A partir de aquí, el hijo de Glauber Rocha emprende la solución del conflicto psicológico planteado al inicio de su filme, que termina en una calle desierta, como la del “Paseo nocturno” en el Río atestado de Rubem Fonseca.


Mabel Machado

Mabel Machado López

Crítico cinematográfico

 

Licenciada en Periodismo por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana en 2009. Trabaja como profesora del Departamento de Periodismo de la propia Facultad y como reportera para La Jiribilla. La mayoría de sus artículos y entrevistas han aparecido en las ediciones electrónica e impresa de esta revista. Colabora con las publicaciones Diario del Festival de Cine, La Corchea, Cubadisco, Revista de Nuevo Cine Latinoamericano y El Cañonazo. Otros medios como Herencia Latina, Lettres de Cuba, Granma, Le Grand Soir y Rebelión, han republicado o traducido algunos de sus trabajos. Durante el Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano en los roles de reportera, realizadora y guionista, ha integrado el equipo del noticiero del evento que trasmite el Canal Educativo de la TV nacional. Participa con regularidad en la cobertura de eventos cinematográficos, como las muestras de Nuevos Realizadores e Itinerante de Cine del Caribe y los festivales Cubanima y de Cine Francés. Ha coordinado dossieres que La Jiribilla dedicada al séptimo arte a propósito de estrenos de filmes, aniversarios y eventos relevantes. Ha vencido cursos de Historia del Cine y Antropología Visual.

   


Una comedia cubana de zombies que invaden La Habana

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Por: Mayle González Mirabal

 

La Habana se llena paulatinamente de zombies hambrientos de carne humana que van contagiando con sus mordidas a las personas que encuentran a su paso. Se rumora que los disturbios son causados por fuerzas al servicio de los EE.UU., pero la alarma genera todo tipo de dudas en la ciudad porque nadie tiene respuestas acerca de la verdadera causa del insólito hecho.Read More

Como es habitual en las películas de zombies, el pánico se apodera de la gente. Y la situación sirve de pretexto al protagonista del filme para convertirse en héroe de la historia. Interpretado por el actor cubano Alexis Díaz de Villegas, el personaje de Juan es un hombre que vive en la azotea de un edificio acompañado de su mejor amigo Lázaro, actuado por el también director de cine, Jorge Molina. Ambos personajes han preferido quedarse en la Isla para siempre, porque creen que esa es la única garantía que tienen para llevar una vida cómoda.

Juan descubre la forma de matar a los zombies y sabe que esto les permitirá a él y su amigo, hacer dinero de manera fácil. Crea un negocio cuyo lema es “Juan de los muertos, matamos a sus seres queridos” y por un módico precio, él y sus amigo junto a otros desempleados del barrio, se encargan de asesinar a los infectados. Pero la plaga se vuelve incontrolable y a Juan no le queda más remedio que asumir el papel de héroe para poder salvar de esa locura a las personas que ama. Entre ellos se encuentra su hija, con la que Juan no tiene las mejores relaciones porque esta lo culpa de haber preferido vivir una vida fácil.

Con este personaje se cuenta una segunda historia en la película acerca del remordimiento que Juan siente por la lejanía que él mismo ha provocado en su relación con la hija. Situación que intenta cambiar mostrándole su amor por ella en medio de la inusual invasión de zombies a la ciudad. Pero resulta incómodo que Brugués deje esta idea tan al azar, pues con ella hubiera podido desentrañar de una forma más rica y sin abandonar la comicidad, ese sentimiento de frustración y apego que siente su protagónico hacia Cuba.

Juan de los Muertos se inspira en las llamadas comedias de terror que se burlan de las situaciones absurdas que los zombies promueven. Este filme carente de referencias anteriores dentro de la producción audiovisual cubana llenó las salas de los cines durante su exhibición en el pasado Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

Antes, ya este director había sorprendido a la cinematografía cubana con Personal Belongings (2006), un melodrama que tuvo mucha acogida por el público de la Isla, ávido de ver representadas en la gran pantalla historias románticas. Al parecer, Brugués prefiere explorar los caminos menos andados por la cinematografía nacional, que desde hace varias décadas aboga por un cine de autor que se preocupe por problemáticas de corte social.

La inexperiencia no determinó sin embargo, el acabado de su producto. Nada inesperado pues Alejandro trabajó con el fotográfo catalán Carles Gusi, para el que, supongo, no haya sido demasiado difícil lograr esas escenas en las que todo parecía más grande y espectacular de lo que era realmente en el rodaje. Gusi (Vacas, Te doy mis ojos, Celda 211), tenía también en su filmografía comedias como Acción mutante o Torrente, el brazo tonto de la ley con las que ya había experimentado en este tipo de trabajo extravagante.

En el caso de la música, se logró también acoplar el sonido a la historia de un modo sugerente. La película comienza reproduciendo ruidos ambientes en La Habana y termina construyendo la atmósfera de un pueblo fantasma. Igualmente fueron muy acertados los ritmos al estilo funk de los años 70, época en la que se desarrolló el cine de los zombies.

Desde el rodaje, Brugués insistía en que esta era una película para divertirse. En ese momento aclaró que le parecía muy simpático llenar La Habana de zombies. Pero, risas aparte, Juan de los Muertos se interesa más por colmar su historia de guiños simpáticos a escenas de la vida en Cuba —apoyándose en efectos especiales que si no asustan, divierten—, que de desdoblarse en una historia que provoque también la reflexión del espectador.

Digo esto porque la cinta intenta hacer su propia lectura de la realidad, de hecho sus chistes se refieren a cuestiones que tiene que ver con la vida diaria en la Isla (los blogueros, las reuniones en la cuadra, los informantes del estado, los disidentes, la necesidad de viajar, etc). Sin embargo, termina convirtiéndose en una secuencia de chistes reiterativos —algunos de ellos incluidos en muchas de las películas cubanas realizadas a partir de la década del 90—.

Y, desafortunadamente, en la cinta no se llega a saber nunca de qué lado están sus personajes, como si fuera más oportuna esa ambigüedad. Tampoco se descubre cuál es el trasfondo del absurdo que presenta la comedia. Y pudiera haber sido esta la intención de Brugués, solo que tampoco queda clara.


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Maylé González Mirabal

Crítico cinematográfico


Graduada de Periodismo de la Universidad de La Habana en 2008. Desde entonces ha trabajado en diferentes publicaciones cubanas escribiendo sobre temas relacionados con el medio audiovisual. Colabora con la Cartelera de Cine y Video del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfico (ICAIC). En este escribe reseñas, críticas, comentarios y entrevistas a realizadores de películas cubanas y extranjeras. Trabaja también para el periódico del Festival Internacional de Cine Pobre, y para el de la Muestra Temática que organiza dicho Festival, para el periódico del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, el periódico del Festival Internacional de Documentales Santiago Álvarez in Memoriam y para la revista Cúpulas del Instituto Superior de Arte (ISA), donde atiende una sección dedicada al trabajo de los estudiantes de la Facultad de Medios Audiovisuales de dicha Universidad. Colabora además con sitios digitales como los de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, Cubacine, Cubanow, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y la Asociación Hermanos Saíz (AHS). Y pertenece a la Sección de Crítica e Investigación de la AHS.

   


Transeunte

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Ficha técnica:

Título: Transeunte

Director: Eryk Rocha

País: Brasil

Año:2011

Formato: 35mm / blanco y negro

Duración: 125 minutos

 

Transeunte nos muestra la vida de Exposito, un pensionado de 65 años que tiene una extraña relación con el entorno urbano. Mediante un interesante ejercicio cinematográfico se logra la exploración de las condiciones propias de millones de personas que son devoradas en su condición individual por la inercia de las grandes ciudades.Read More

A dicho fenómeno Miguel de Unamuno lo llamó la intrahistoria:

“Los periódicos nada dicen de la vida silenciosa de millones de hombres sin historia que a todas horas del día y en todos los países del globo se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna, esa labor que, como las madréporas suboceánicas, echa las bases sobre las que se alzan los islotes de la Historia.”

 

La película se apropia de la historia de un personaje que podría parecer plano pero que es el ejemplo perfecto de problemática de millones de transeúntes que “sufren” anquilosados el paso de la vida, mientras transitan sin rumbo hasta el día en que el tiempo los alcanza.

Albert Laffay decía: “El cine narra y a la vez representa, contrariamente al mundo que simplemente es.” En ese sentido encontramos en Transeunte una representación y una narración del mundo a través de imágenes y sobre todo de sonidos, que juegan un papel fundamental, es una especie de memoria sonora de las calles en donde se va construyendo un sound track a partir de las vivencias y los recuerdos del protagonista, que apacigua sus emociones mediante la música (cuando coloca sus audífonos) también es mediante la música y el sonido que él se relaciona con el resto de las personas, ya sea en los cantos del estadio de futbol o su gusto por las canciones populares. Otro rasgo que se muestra es el desprecio por el ruido de la maquinaria, en donde se pone especial énfasis para que el espectador pueda sentirse perturbado por la condición de un ruido monótono y hostil como la existencia de Exposito.

 

El hecho de haber optado por un formato como el blanco y negro nos brinda reflexiones más profundas acerca de difícil existencia del protagonista, en donde logran reflejar muy bien ese permanente sabor a saudade.

Por momentos lenta en su ejecución, la película nos deja profundas reflexiones acerca de aspectos cotidianos de la vida en las grandes urbes.

 

Luis Vaca V.


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Luis Francisco Vaca Vázquez

Critica Cinematográfica


Estudiante de Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Ha colaborado con publicaciones culturales como: Picnic Magazine, Decireves, Lenguaraz, Bestia Magazine, Gaceta Universitaria, Revista Siempre Unidos y Revista Moderna de Letras.
Responsable y creador del Blog: La Vaca Multicolor, nominado por la Asociación Cultural 20 blogs España como mejor bitácora personal.
En 2010 se publica su primer poemario Paraísos sin nombre en Ediciones el viaje (México) y la compilación de relatos eróticos Los afrodita en E-literae ediciones (España).
En 2011 colabora con su guión en inglés para la serie de cortometrajes: Love, Lust & Luggage, proyecto de colaboración entre cineastas de India e Inglaterra.

Sus textos han sido leídos en el programa de radio literario BREUS en la ciudad de Barcelona, España.

   


Todo mundo tiene a alguien menos yo

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José Juan Zapata Pacheco


Todo mundo tiene alguien menos yo

Dir. Raúl Fuentes

México, 2011.


¿Hasta dónde dos personas tan contradictorias entre sí pueden llegar a relacionarse? Y cuando este amor se da ¿qué cosas nos lleva a cuestionarnos de nosotros mismos?

Raúl Fuentes nos plantea algunas de estas preguntas en su ópera prima, Todo mundo tiene alguien menos yo, de un modo poco convencional, a través de la relación amorosa entre una mujer madura y una joven preparatoriana.Read More

Tanto Alejandra, quien trabaja como editora, como María, estudiante de una escuela privada, viven alienadas por sus propios entornos culturales. Alejandra es, a fin de cuentas, una snob, aislada en un mundo intelectual cuadrado. Pareciera detestar la juventud. “Qué desperdicio de tiempo y de neuronas”, dice al llegar a una fiesta con María. A ésta, por otro lado, le llega a aburrir la frivolidad de sus compañeros de edad, por lo que encuentra en Alejandra una compañera quien le pueda abrir el mundo a otras perspectivas. Pero tampoco está dispuesta a cortar de tajo sus intereses juveniles, como Alejandra deseara.

Andrea Portal y Naian Daeva son las actrices que interpretan a estas mujeres y lo resuelven con un actuación natural y fluida. Su trabajo parece sobrepasar una historia que las encuadra en reacciones muy estereotipadas que apelan continuamente a la pretensión: Mientras Alejandra desarrolla profundos discursos artísticos, María tiene siempre que ser interrumpida por una llamada de celular.

Por otro lado, pareciera que el director busca llenar al espectador al máximo de sus referencias culturales al insertar citas de canciones y libros, que aparecen una y otra vez a lo largo de la película. Frases que no aportan gran cosa a la construcción de los personajes ni de la historia.

El director se decide por el uso del blanco y negro de tonos suaves, así como por los planos frontales, y desplazamientos horizontales y verticales, dándole un desarrollo a menudo armonioso a las secuencias. De esta manera, ambas actrices aparecen siempre frente a frente, o de perfil. Quizá la única excepción sea la secuencia en un club de jazz, trabajada en claroscuros, en que Alejandra cede un poco a la vitalidad de su joven enamorada, accediendo a bailar con la música de la banda. Otro detalle con que el director reafirma la distinción entre estas dos mujeres es su obsesión con el calzado, con la recurrente interés en mostrar los zapatos de Alejandra a contraparte de los tenis de María.

Otro detalle a destacar es que la película limita su mirada al un mundo pocas veces presentado en el cine mexicano: la clase media alta de las colonias del Valle o Coyoacán. Un sector muy específico que el director parece convertir en un mundo intelectual y refinado, una especie de ideal. Y las pocas veces en que salimos de estos escenarios y sus personajes, sólo aparecen algunos borrachos o vagabundos como meros testigos inmóviles de la acción.

Todo mundo tiene alguien menos yo indaga en el choque de generaciones y en la imposibilidad de su protagonista de evadir la rigidez de su mundo intelectual, que la orilla a un mundo de solead y relaciones pasajeras. Sin embargo Fuentes pareciera fracasar en plantearnos preguntas más complejas. Ambas mujeres, parecieran quedarse a la deriva en un mundo frívolo y vacío, que ni los libros ni las fiestas son capaces de cuestionar.

 


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José Juan Zapata Pacheco

Crítico cinematográfico


Nacido en Torreón, Coahuila, en 1984. Periodista cultural y guionista. Ha sido reportero de los diarios La Opinión Milenio (Torreón) El Porvenir (Monterrey). Guionista de los cortometrajes: "¿Tiene usted una pluma?", "La beca" ganador del Cabrito de Plata al Mejor Cortometraje de Nuevo León FIC Monterrey en 2010 y "Para cuando yo me ausente". Becario del Centro de Escritores de Nuevo León en la categoría de guión cinematográfico en el 2010. Y ganador del Premio de Periodismo Cultural Armando Fuentes Aguirre de la UA de C en 2006. Actualmente trabaja en el periódico Vida Universitaria de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

   


Juan de los muertos: La metáfora latinoamericana del muerto viviente

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Luis Vaca

Ficha técnica.

Guión: Alejandro Brugués

Dirección: Alejandro Brugués

Dirección de Fotografía: Carles Gussi

Música Original: Sergio Valdés.

País: Cuba-España.

Duración: 100 m.

 

Para contextualizar mejor el panorama de la función que cumple el zombie dentro del imaginario colectivo, me remontaré a la famosa película La noche de los muertos vivientes de George A. Romero (1968), que curiosamente no se muestra como metáfora de algún problema político, social, cultural, etc, aún cuando su filmación sucedió en el tiempo de conflictos como Vietnam, o en la periferia temporal de guerras pasadas en las que se especulaba sobre el uso de armas químicas y la experimentación con el cuerpo humano. Si bien, antes de la mencionada película ya existían otras que trataban el tema, ésta sería el detonante que haría del cine de zombies un género de culto.Read More

 

Con La noche de los muertos vivientes, la imagen del zombie se popularizó en todo el mundo y casi veinte años después, en 1985, el género buscaría reinventarse y tomar nuevos caminos, siempre asociados al contexto social de la época, por lo que con una visión más desenfadada y alejada del terror y más próxima a la parodia aparece El Regreso de los Muertos Vivientes de Dan O'Bannon, una producción de bajo presupuesto en el que una renovada generación de aficionados a las creaturas de terror busca satisfacer nuevas inquietudes. En esta nueva ola los efectos especiales van de lo kitsch a lo inverosímil, las historias son contadas con un humor bastante sencillo y sin mayores problemas retóricos. En 2004 aparece Shaun of the Dead o también conocida como Zombies Party, del director Edgar Wright, en donde se lleva a su máxima concentración el elemento de la inverosimilitud, ya que las hordas de zombies aparecen como plaga y la historia se centra en las diversas formas de exterminarlos, que van desde las artes marciales mixtas hasta el uso del lanzallamas, conocida como la forma favorita de los fanáticos para aniquilar a estos seres de ultratumba.

 

Me interesa mencionar todo esto no sólo por la gran relevancia que tienen dichos temas en el desarrollo de la imaginación popular para construir el arquetipo del zombie, sino por la forma en que se ha utilizado a lo largo de los años hasta constituir una metáfora más interesante y diversa, en la que sus limitadas facultades de raciocinio son las que los hacen diferentes del resto, ya que no están del todo muertos, de allí que el muerto viviente pueda caminar o pelear, pero no puede pensar.

 

En este caso, Juan de los muertos pertenece más a una comedia negra que al género de terror, es decir, responde más a la tradición de las dos últimas películas mencionadas, en donde el pretexto de los zombies terminará por convertiste en una parodia que cuestiona ciertos valores de la Cuba castrista, pero con toques de un particular nacionalismo mostrado por Juan.

 

Cabe destacar que todo el culto que se ha formado en torno a la figura del zombie responde en gran medida a fenómenos como los videojuegos, en donde representan un papel fundamental y gran parte del público interesado en dichos temas guarda alguna relación con la cultura del comic y la animación, esta tendencia ya podía notarse un poco desde El Regreso de los Muertos Vivientes y posteriormente en Zombies Party, donde juega un rol más importante, tema que viene a colación por las imágenes que aparecen al final de Juan de los muertos, en donde se recoge esa tradición de ilustrar escenas impactantes o de acción, en las que el aniquilador de zombies es “inmortalizado” en una forma grotesca, en relación con las heroicas poses de las estampas de los antiguos súper héroes norteamericanos, legado de la gran depresión y que también fueron utilizados como metáfora de los valores convencionales norteamericanos.

 

La comparación entre los disidentes con los zombies resulta accidental, conectando con el mencionado concepto de que el personaje del muerto viviente puede ser colocado casi en cualquier circunstancia y éste responderá a cualquier tipo de suspicacia que pueda convertirlo en metáfora.

 

Si bien, el cine de zombies no está tan arraigando en la cultura latinoamericana, salvo algunos vagos recuerdos que vienen a mi mente de las épicas batallas de luchadores mexicanos (El Santo o Blue Demon peleando contra alguna suerte de muertos vivientes) es un género que ha pasado sin mayor aspaviento, pero que tiene millones de fanáticos a lo largo de Latinoamérica.

 

Juan de los muertos aborda el tema de los zombies mediante una historia desordenada, en donde los personajes que conforman un grupo de exterminadores al lado de su líder Juan, parecen no impresionarse por la forma en que la “peste” aparece o avanza, tampoco se cuestionan de dónde proviene el maleficio, se limitan a parodiar el informe oficial de una conspiración yanqui.

 

Con un humor desparpajado y una construcción sin sentido, la película se desarrolla de una manera ágil, la frescura de sus diálogos nos hace no perder el interés ante las hiperbólicas hemorragias que sufren decenas de zombies durante los ataques de Juan y compañía.

 

Como mencionamos antes, el bajo presupuesto y una revisión poco meticulosa de los aspectos técnicos también forma parte de la tradición de este tipo de cine, lo interesante es ver como la reacción ante una posible invasión zombie no es tan antagónica como podría pensarse, si confrontamos directamente Juan de los muertos con Zombies Party, producción de países que si representan posturas políticas antagónicas.

 

Por último sólo queda apuntar que como película pionera en este genero dentro de nuestro continente, tenemos pocos elementos de donde sujetarnos para esgrimir una opinión profunda al respecto, sin duda ese es quizá el mayor acierto de Juan de los muertos, apostar por una reinterpretación (muy latina) del zombie como reflejo del malestar social, poniéndole ya sea el nombre de disidente, yanqui o castrista, representando al zombie como una carencia de ideas con un interés por satisfacer sólo las necesidades más primarias, como el comer un cerebros y contagiar al resto de la población de su limitante de pensar, de allí que la fascinación por esta creatura venga acompañada del miedo a convertirnos en una sociedad de zombies, en donde el único camino que nos libra de la tragedia es la parodia.

 

 

 

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Luis Francisco Vaca Vázquez

Critica Cinematográfica


Estudiante de Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Ha colaborado con publicaciones culturales como: Picnic Magazine, Decireves, Lenguaraz, Bestia Magazine, Gaceta Universitaria, Revista Siempre Unidos y Revista Moderna de Letras.
Responsable y creador del Blog: La Vaca Multicolor, nominado por la Asociación Cultural 20 blogs España como mejor bitácora personal.
En 2010 se publica su primer poemario Paraísos sin nombre en Ediciones el viaje (México) y la compilación de relatos eróticos Los afrodita en E-literae ediciones (España).
En 2011 colabora con su guión en inglés para la serie de cortometrajes: Love, Lust & Luggage, proyecto de colaboración entre cineastas de India e Inglaterra.

Sus textos han sido leídos en el programa de radio literario BREUS en la ciudad de Barcelona, España.

   


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